septiembre 24, 2005

Dónde el corazón duela menos.

Gracias licenciado por el regalo. Ahora que mi vida se desarma para rearmarse de nuevo, este poeta habla por mi. Y no me importa que me reclamen por la poesía, porque ya les dije, este es mi blog, y cuando no puedo hablar, los grandes poetas hablan por mi.



GEHENNA (Mahfud Massis)



¿Hacia dónde caváis, desventurados mineros?
Ya no queda más luz
y las vacas han parido tres veces sobre vuestras tumbas.


Un lejano galeón viene sonando
y en subsuelo arrastra su cruel ferretería,
calvando siempre, calvando en mi corazón,
como a un sarcófago que se abriera en medio de la tempestad de la noche.


Quizá habéis perdido el lugar, yo vivo solo,
solo con mis ojos abiertos como dos gotas de coñac en la niebla:
marchaos, por piedad, hay otra vecindad más pura,
otras casas más grandes
con sótanos huecos para vuestra angustia.


Yo vivo solo.
No bebo otra agua que el sudor que cae de mi velludo pecho,
de esta húmeda soledad,
más oscura que una entente de sombras.
Pero no os vayáis, acaso vuestro paso
no sea sino el llamado remoto de mis huesos,
la restauración de mi heredad en otra patria,
en otra altura,
donde el corazón duela menos.

septiembre 22, 2005

Se asustaron tanto, que hasta yo me asusté.

Debo reconocer que me sentía como el forro cuando escribí mi último post, pero ya me aburrí de estar mal y la guea, y agarré mi mochila y me vine a Viña. Si pues, ahora escribo este post desde un ciber en la calle Valparaíso, y luego iré a comer algo al famoso y antiguo Samoiedo, para recordar cuando era chica y venía con mis padres.
Amo esta ciudad. Apenas me bajé del bus respiré el aire marino, y les rejuro que me sentí feliz. Me estoy quedando en un hotel al lado de la Avenida Perú (en San Martín, pa' los que cachan, como Galoduracell) y no hace nada de frio. Asi es que acá estoy, sola con mis pensamientos, feliz y recordando buenos tiempos.
Nosé porque re cresta no me vine antes.
Y no estoy ni ahí con tus historias de torrante, Garganta, porque ya sé que puro me querí bajar el nivel con tus comentarios.
Mañana vuelvo renovada. Furiosa como siempre, pero puta que es rico estar aquí.

Hoy no se fía, mañana sí.

Hoy no estoy, mañana tampoco.
Hoy me voy a la playa, pero no me voy ¿o ya me fui?
Hoy no existo, debo ser un holograma.
Mañana desapareció.
Asi es que si me buscan y no me encuentran, es que no estoy en la playa, no me pidan fiado, ni algún post más.

La furiosa se aburrió de si misma.
Ni yo me fio ni me compro.

¡Adivinen a quién conocí!

Lamentablemente para mi, tuve que volver a ver al picante del Garganta... Esta vez nos juntamos en mi casa, y cuando abrí la puerta y lo ví, les juro que casi me morí del susto, pero luego me fijé en su linda novia y respiré tranquila (que bueno, no me van a asaltar) y finalmente conocí a mi niño Propenso Depresivo. Más tarde llegó Galo, después nuestro querido y topísimo Voikot, y Galo, el irreverente.
Es como si fueramos viejos amigos, porque mal que mal, aunque algunos usen apodos y se inventen al escribir, algo del alma de uno queda. De hecho yo estaba hecha bolsa hoy, pero cuando llegaron (menos tú Garganta, supongo que lo sabes) estuve mucho mejor, me reí y me pude olvidar por mucho rato de lo que me tiene con la cabeza pal gato.
Me imagino que ya quieren descripciones... mmmmmm... lo siento, pero no puedo. Lo que sí puedo decir es que tengo más semillas de las que preocuparme, y que hoy conocí a tres blogeros a toda raja, como digo yo.
Eso por hoy. Tengo mucho sueño.

septiembre 21, 2005

Yo me invito a entrar a la casa del vino cuyas puertas siempre abiertas no sirven para salir. (Teillier)

No pues, no he mejorado nada desde ayer. No te entiendo ni me entiendes: ¿justo ahora vas a dejar de hacer cosas, las más importantes, para tener tiempo para mi? ¿Para qué? ¿Para ir dónde? Lo único que me pasa y que nadie entiende es que miro a mi alrededor, y no tengo nada. Mis bolsillos, mi alma, mi cabeza, todo está vacío.
A veces creo que no es así, que algo tengo, pero luego me doy cuenta en lo estúpida que soy y que se me olvida que soy sola y que no tengo que pensar lo contrario. Me he armado y rearmado tantas veces, que esta no será ni la última ni la peor. Como decía el amigo del protagonista de la película "El hijo de la novia": cuando ya te ha pasado lo peor, nada te puede destruir, tienes una ventaja frente a los demás. Algo así era. Yo me identifico con esa frase, porque ya no me morí hace siete años atrás y ahora no me muero ni cagando. Angustia tengo, y harta, pero también tengo hartos Valpax.
Una noche de amor, un poco de compañía, unas risas, ya sabes donde te lo puedes meter.
Mejor sola que con un mal compañero al lado.
Ja!, compañero. Ni te alcanza para eso.

septiembre 20, 2005

Por lo menos los días vienen soleados.

Mi 18 sí que fue bizarro, pero no es tema por ahora. En realidad no tengo tema hoy, no tengo nada de nada. He llegado al punto cero, donde siempre he estado: sola. Todos estamos solos, pero igual me cuesta aceptarlo, me cuesta entenderlo y me cuesta empezar mi vida desde la soledad, pero así es nomás la cosa.
Y a los que se aburren con mis poemas, les digo que no sigan leyendo, porque no conozco otra forma de hablar, cuando uno no quiere hacerlo.
Neruda, como siempre.

NO ME PREGUNTEN


Tengo el corazón pesado
con tantas cosas que conozco,
es como si llevara piedras
desmesuradas en un saco,
o la lluvia hubiera caído,
sin descansar, en mi memoria.

No me pregunten por aquello.
No sé de lo que están hablando.

No supe yo lo que pasó.

Los otros tampoco sabían
y así anduve de niebla en niebla
pensando que nada pasaba,
buscando frutas en las calles,
pensamientos en las praderas
y el resultado es el siguiente:
que todos tenían razón
y yo dormía mientras tanto.
Por eso agreguen a mi pecho n
o sólo piedras sino sombra,
no sólo sombra sino sangre.

Así son las cosas, muchacho,
y así también no son las cosas,
porque, a pesar de todo, vivo,
y mi salud es excelente,
me crecen el alma y las uñas,
ando por las peluquerías,
voy y vengo de las fronteras,
reclamo y marco posiciones,
pero si quieren saber más
se confunden mis derroteros
y si oyen ladrar la tristeza
cerca de mi casa, es mentira:
el tiempo claro es el amor,
el tiempo perdido es el llanto.

Así pues de lo que recuerdo
y de lo que no tengo memoria,
de lo que sé y de lo que supe,
de lo que perdí en el camino
entre tantas cosas perdidas,
de los muertos que no me oyeron
y que tal vez quisieron verme,
mejor no me pregunten nada:
toquen aquí, sobre el chaleco,
y verán cómo me palpita
un saco de piedras oscuras.