diciembre 21, 2005

Yao: Amsterdam.



No puedo dejar de escribir. Es como un vicio. Además que me relaja. Ahora estoy en el recreo (son cerca de las 8 de la noche, zzzzzzzzzzz), esperando a un profe al que le debo dos pruebas. Por supuesto no he estudiado nada; sólo confio en mis conocimientos del inglés.

Amsterdam. Como dice Clayton, vamos a lo sórdido. Pero no es así. Esta ciudad es maravillosa, hermosa, hasta el lugar donde está el barrio rojo es lindo.

Al llegar a la estación (de trenes, osviamente), uno se encuentra con un montón de giles que te ofrecen alojamiento. Pero como yo soy avispá ya habíamos reservado en los famosos “Hostelling International”. Salimos de la estación y estaba repleto de bicicletas. REPLETO. Imaginen un puente que cruza esos típicos canales de Amsterdam, LLENO de bicicletas estacionadas una al lado de la otra. Bicis viejas, esas negras grandes, na’ de pisteras o mountain bike.

Como el holandés es un idioma más raro que la cresta, todas las calles tienen nombres larguísimos y con René pelíabamos dónde quedaba el hostelling. Teníamos un manual de los hostelling en Europa, en 4 idiomas, dónde explican como llegar, que tipo de locomoción tomar. Yo cacho que pelíabamos de cansancio, de no entender nada. Pero llegamos al hostelling y nos dieron una pieza con dos camarotes, pero losotros que éramos terribles de dispiertos ya habíamos comprado un candado para los loquers.

El lugar donde queda el hostelling es a toda raja, al lado de un parque dóde está el museo de Vincent Van Gogh (que estaba en reparaciones para mi mala suerte), y en el centro de Amsterdam.

Lo que hacíamos, casi como una rutina, era dejar las mochilas y salir a recorrer la ciudad a pie, sin guía turística ni nada, así uno descubre los lugares por si mismo; y si un museo es aburrido, te vai sin cargo de conciencia.

En Amsterdam existen tres calles: ciclovías, para el tranvía, y la última para los autos. La ciclovía le lleva semáforo, y uno con la mano indica para dónde va a doblar. Vi tipos de traje con el maletín en la parte de atrás de la bicicleta llendo pa la pega, por ejemplo. También vi a los maestros más ricos de toda Europa; estoy hablando de maestros de la constru, puta que eran minos.

Preguntamos por el barrio rojo y nos fuimos caminando. En este punto debo aclarar la mala fama que tenemos los chilenos, eso que somos más ladrones que gato de campo. Yo no vi ningún cartel, aunque a título personal debo reconocer que no robé, pero lo que no podía pagar, no lo pagaba. El tranvía en Amsterdam es un ejemplo. Se supone que si a uno lo pillan los inspectores se paga como 5464 el valor, pero jamás nos pasó.

Acercándonos al barrio rojo comenzamos a ver tiendas que nos llamaron la atención. René obvia y nuevamente se avergonzaba de mi guastequez, pero yo le decía que quizás nunca volveríamos, que me dejara tranquila. Estaban los sex shop con los condones más extraños y divertidos que había visto hasta ese momento: en la punta tenían forma de animales, gallinas y otros que no recuerdo. Los condones estaban en la vitrina inflados, no dentro de las cajas. Después vimos las tiendas donde se vende todo hecho con cannabis (lero lero pasturri): champú, queque, entre otros, y los locos que atendían se estaban fumando un megasuper pito.

En Amsterdam entregan un folleto explicando ciertas cosas, dado el turismo: dónde se puede fumar cannabis; cuánta cannabis uno podía llevar y que a las p5t1 no se les podía fotografiar.

Ya, las prostis. Son todas MINAS. Regias, delgadas, rubias, morenas, al gusto del consumidor. El barrio rojo es una calle larga dividida en dos por el canal. Las lolas estas se sientan en un piso alto, en la ventan que da a la calle, en ropa interior bien secsi. Algunas tenían las ventanas rodeadas de luces de neón color violeta, pa’ destacarse.

Imaginen esto: la p5t1 está sentada en un piso, con ropa interior, una ventana grande que la muestra entera y detrás de ella se ve la cama y látigos y otros aparatos medios raros. Creo que si uno fotografiaba a las prostis, las locas te pegan. Mal que mal ellas están trabajando, no son parte de un zoológico.

Entramos al museo del sexo, donde vimos gueas asquerosas y otras divertidas. Había un cine donde daban la versión xxx de Blancanieves y los 7 enanitos... adivinen el tamaño del aparato reproductor de los enanos, más grandes que ellos. Los asientos eran como las casas de los pitufos, para no decir callampa y me agarren pal’ hueveo.

También hay locales de sexo en vivo, a los que no entramos. En uno de estos lugares está la pileta que ven en la foto. Es un pene gigante y los testículos dan vuelta y así corre el aguita.

En Amsterdam la gente es muy simpática y cosmopolita, y es una ciudad muy segura.

Ya, me cansé.

Yao nos vemos.

7 comentarios:

Ella dijo...

OIE!!!!

¿No averiguaste cuánto cobran por el arriendo?

¿Nos veremos el 27?

PASÉ!!!! .... con un picante 3 en el examen y con un violento descenso de mi promedio de 5.3 a 4.6 .... igual, DIGNA. Con esto se acabaron los ramos.

Ya, cuidate

rdp dijo...

Miau! Jamás se me habría ocurrido pensar que existía una pileta así en la vía pública... ni siquiera en Amsterdam! =D

Pablillous dijo...

que guena esta la historia..sigue contando nomas..y nos vemos


abrazos

Adolf dijo...

Felicidades paga tí, visitagme , habeg novedades...Ich estaba con megecido descanzo en Colonia Dignidad! Oj Oj!

Nano dijo...

te envidio... yo con suerte he estado en chago city, bogotá y lima... nada de Europa (por el momento)

Chauuu.....

FELIZ NAVIDAD

Barbaroja dijo...

Que envidia... tu relato me despertó las ganas de viajar. En una de esas en junio... de repente.

Me gustó lo fresco de tu lenguaje, gran relato.

Saludos,

Rodrigo dijo...

seguro tiraste un buen turro de monedas a esa pileta jojojojo